La relación que tenemos con nuestra madre es la base fundamental sobre las que se cimientan todas las demás relaciones de nuestra vida. Es por ello que mucho de nuestro bienestar emocional depende de que logremos sanar la relación con mamá.
Nuestra madre no solo nos dio la vida, sino que, por un buen tiempo, nuestra supervivencia dependió de nuestro vínculo con ella. Es por ello que una madre se convierte en el modelo de referencia femenino para su hija, y la figura que condicionará la elección de pareja para su hijo.
Lamentablemente, no todos los sentimientos que albergamos por nuestra madre son positivos. Pues son muchos los que experimentan heridas emocionales causadas por actos voluntarios o involuntarios de sus madres.
Un desequilibrio en la relación con mamá puede ser el origen de que tengamos problemas para atraer el amor de pareja, baja autoestima o un sentimiento de desmerecimiento. También puede que afecte nuestra percepción de la abundancia.
Son muchas las personas que experimentan tendencias depresivas, bien sea cerradas o dependientes debido a una mala relación con sus madres. Incluso pueden llegar a manifestar problemas de alimentación, y una mala relación con su cuerpo o hacia la figura femenina.
Evidentemente, todo esto nos afecta negativamente, impidiéndonos alcanzar la estabilidad emocional necesarios para tener una vida normal, plena y feliz. De allí la importancia de reconocer nuestras heridas, y trabajar para sanar la relación con mamá.
Cómo sanar la relación con mamá
El primer paso para sanar la relación con mamá es reconocer el niño herido dentro de nosotros. Pues a partir de allí, podremos conectar con el adulto en que nos hemos convertido para sanar esas heridas de la infancia.
Cuando comprendemos los motivos de la desconexión con nuestra madre, estaremos mas preparados para aceptarla sin juicios. Perdonándola por lo que haya hecho o dejado de hacer, y comprendiendo que ella también tiene sus propias heridas y carencias con las que lidiar.
Nuestra madre nos ha dado la vida, y eso es suficiente razón para honrarla y respetarla. Pero es importante dejarle a ella cargar con sus propias cargas, perdonando sus errores voluntarios o involuntarios, ya que esto es un proceso liberador y sanador.
Cuando nuestro niño herido interior comienza a sanar, enfoca su energía en vivir su propia vida. Dejamos de levantar el dedo acusador en contra de ella, y podemos comenzar a agradecer y valorar su legado, es decir, todo lo que ha hecho por nosotros con sus aciertos y desaciertos.
Si negamos o rechazamos lo que nos ha dado nuestra madre nos negamos a nosotros mismos. Lo que trae confusión y dolor. Pero cuando uno acepta a su mamá también se acepta a sí mismo y entonces también aprendemos a amarnos, y a caminar por la vida con plenitud, sabiéndonos merecedores de todo lo bueno.
¿Ya has comenzado a sanar la relación con mamá? Si no es así te invito a que lo comiences hoy mismo a reflexionar y tomar acciones para lograrlo. También puedes consultar a un especialista para que te ayude en ese proceso sanador.