El estrés es una respuesta o reacción adaptativa del organismo frente a cambios repentinos del entorno. Los cuales nos alertan acerca de una posible situación amenazadora, desafiante o peligrosa.
Por lo tanto, se trata de una herramienta fundamental para la evolución humana. Pues se encarga de desencadenar las respuestas fisiológicas, mentales y conductuales, que permitan hacer frente a los estímulos externos, preservar el equilibrio interno del cuerpo y garantizar la supervivencia.
Siendo así, cierta cantidad de estrés, no solo es favorable sino necesaria. No obstante, cuando nos vemos sometidos a este de manera continua y prolongada, experimentamos un sobreesfuerzo físico y emocional que puede tener serias repercusiones en nuestro bienestar.
Normalmente el estrés nos prepara para reaccionar frente a nuevas y exigentes situaciones. Pero dado que los humanos somos seres conscientes, reaccionamos incluso ante eventos que no son necesariamente amenazantes en realidad, pero que si nos generan tensión emocional.
Es así como la expectativa o inseguridad previa a un examen o entrevista de trabajo, la pérdida de un ser querido, o problemas familiares, pueden someter al organismo a un estado de constante tensión que termine ocasionando gran desgaste o deterioro.
¿Cómo se produce?
Cuando nos estresamos se produce en nuestro cuerpo la liberación de hormonas como la adrenalina y el cortisol. Las cuales son las responsables de alertar o activar el cerebro, así como de incrementar la frecuencia cardíaca, tensar los músculos, entre otras respuestas fisiológicas.
Las causas que pueden desencadenar el estrés pueden ser muy diversas. Además una situación que provoca estrés en una persona, no necesariamente tiene efecto sobre otra. Pues cada persona reacciona de manera diferente a las situaciones estresantes.
Existen tres tipos o formas de estrés: el agudo, el agudo episódico y el crónico. El estrés agudo es la forma más común, que se presenta en situaciones pasajeras y desaparece cuando lo hace el estímulo.
El estrés agudo episódico se refiere a un estrés agudo recurrente, que se origina por condiciones o vivencias dolorosas, así como una personalidad autoexigente o nerviosa. Mientras que el estrés crónico no se asocia con un evento en particular, sino que produce un desgaste a largo plazo.
Es justamente el estrés crónico el que puede afectar seriamente nuestra calidad de vida, pues es la causa de muchos malestares físicos que se pueden confundir con otras enfermedades. Pero también puede influir en tus estados de ánimo y comportamiento.
Algunas de las señales físicas que se pueden presentar como producto del estrés, son dolor de cabeza, pecho, cuello y/o espalda, tensiones o dolores musculares, fatiga, pérdida de cabello, aumento de la presión arterial, malestares estomacales y dificultad para conciliar el sueño.
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También es posible que debido al estrés se presenten otros problemas como dificultad para concentrarse, olvidar con facilidad, cuadros de ansiedad o intranquilidad, estados confusión, irritabilidad, falta de motivación, y tristeza o depresión.
Algunas personas también manifiestan alteraciones de conducta o comportamiento. En unos casos se pueden desarrollar problemas alimenticios o adicciones, y también dificultad para relacionarse socialmente de manera adecuada.
Cómo manejar el estrés
Aunque no hay una fórmula mágica para combatir el estrés, si hay una serie de medidas que puedes aplicar para aprender a manejarlo o controlarlo:
- Identifica la raíz del problema o la fuente generadora de estrés: esto es importante porque te permitirá alejarte de la situación estresante aunque sea temporalmente, y así prevenir que los efectos del estrés se prolonguen demasiado tiempo.
- Practica actividad física regularmente: independientemente de la actividad que prefieras realizar, el ejercicio físico ayuda a reducir el estrés porque libera endorfinas. Las cuales son responsables de producir sensación de bienestar.
- Aliméntate sanamente: procura seguir una dieta saludable y equilibrada, que incluya frutas, vegetales, y cereales integrales. Comprobarás que aportará grandes beneficios a tu salud y bienestar.
- Aléjate de malos hábitos: algunas personas intentan lidiar con el estrés adoptando malos hábitos como el consumo de bebidas alcohólicas u otras sustancias. Esto no solo afecta seriamente la salud, sino que puede provocar más situaciones estresantes o empeorar las existentes.
- Practica técnicas de relajación: la meditación, los ejercicios de respiración o practicar yoga son excelentes maneras de calmar el estrés. Pues contribuyen a tranquilizar la mente y el cuerpo.
- Comprende y acepta tus límites: aunque sientas deseo de abarcarlo todo, debes aceptar que no puedes hacerlo sin sufrir las consecuencias. Es por ello que debes tomar conciencia de tus limitaciones, aprender a delegar, y a colocar tus propias necesidades en la lista de prioridades.
- Descansa el tiempo suficiente: ten en cuenta que la cantidad y calidad de sueño se relaciona directamente con tu estado de ánimo. Cuando duermes apropiadamente tienes mayor energía y tu cerebro funciona mucho mejor.
- Comparte con familiares y amigos: en lugar de aislarte, saca tiempo para compartir con tu familia y amigos. El contacto social es una maravillosa distracción y un gran apoyo. También puedes trabajar como voluntario para ayudar a otros mientras controlas tu estrés.
- Sabias que según la Biodescodificación el órgano que se ve mayor afectado por el estrés es la vesícula este articulo te puede interesar: Vesícula y estrés