Las heridas de la infancia tienen repercusiones importantes en nuestra vida adulta. Muchas personas han padecido alguna de las 5 heridas de la infancia y mantiene relaciones afectivas bastante dañinas o permanecen la mayor parte del tiempo aisladas, sin poder gestionar las emociones y conectarse con su entorno. Esto solo por nombrar algunos de los casos comunes, que son consecuencia de esas heridas de la temprana edad.
Pero la verdad es que son muchas las formas en las que puede perjudicarnos como adultos, el tener un niño interior que aún no se repone de ciertas heridas. De allí la importancia de que, como padres, procuremos abordar este tema desde la más tierna infancia, con el fin de que sus hijos no sean dañados al punto de que se le obstaculice ser un adulto feliz, pleno, seguro de sí mismo y emocionalmente sano.
Ahora bien, al proponernos que nuestros hijos vivan una infancia sin dolor, no significa que le complazcamos en absolutamente todo, para que jamás sientan tristeza o llore. Esto tiene que ver con que enseñemos a los pequeños a ir gestionando sus emociones de la mejor manera, sin ignorarlas nosotros como padres, para que así, ellos siempre sepan la importancia que estas tienen y como expresarlas adecuadamente.
Las emociones en la infancia
Antes que nada debemos tener presente cuáles son las emociones y cuáles los sentimientos, pues no son sinónimos y es importante que tú como adulto lo sepas para que se lo hagas comprender al niño. Las emociones vienen con nosotros, prácticamente son reacciones involuntarias que llegan a nosotros ante una determinada situación. Estas son; la ira, la aversión, la sorpresa, tristeza y alegría…
Mientras que, por otro lado, tenemos a los sentimientos, los cuales se derivan de las emociones. Estos vienen a ser una conexión afectiva que permanece en el tiempo. De tal forma que, cuando hacemos conciencia de una emoción, el estado de ánimo que seguirá a esta, será un sentimiento. La ira por ejemplo, puede ser pasajera pero puede transformarse en odio que es más perdurable.
Cómo deben tratarse las emociones en la infancia
Recordemos que las personas solemos copiar comportamientos, sobre todo en los primeros años de vida, pues necesitamos de figuras modelo que nos orienten para sentirnos seguros y poder “aprender” lo que necesitamos al ir creciendo. Por lo tanto, el primer paso para educar las emociones de un niño sin lastimarlo, es controlar nuestras propias reacciones ante diferentes tipos de situaciones.
Si sentimos ira o frustración, mantener la serenidad lo mayor posible y gestionar nuestras emociones para luego expresarlo de la mejor forma, será un ejemplo que no pasará desapercibido para tus hijos.
Por otro lado, debes también tomar acción directa e indicarle al niño cómo dominar sus emociones para controlarlas adecuadamente y actuar en consecuencia. Esto aunque se diga fácil, puede resultar más complejo de lo que parece. Sin embargo, con la ayuda correcta puedes manejarlo.
Primero que nada, ayúdale a reconocer cuáles son sus emociones y una vez que las identifique, hazle entender que es algo pasajero. Para este cometido ayuda mucho que tú mantengas la calma y que pese a las reacciones del niño que en ocasiones pueden ser desesperadas y muy explosivas, no pierdas el control, de esta manera el niño irá comprendiendo que la emoción pasará y no habrá mayor desastre por ello.
Otro aspecto importante es que no reprimas al niño de expresar sus emociones, cualesquiera que sean, educar las emociones no es sinónimo de reprimirlas. Más bien se trata de encausarlas para reaccionar adecuadamente a ellas. Si castigas al niño por expresarse podrías ocasionarle alguna de las 5 heridas del alma que afectarán su sano desarrollo.
¿Qué hacer cuando un niño no sabe expresar sus emociones?
Ahora bien, no es que debas dejar al niño que llore sin parar durante horas, sin atender a sus emociones, o dejar que rompa cuanto objeto se le presente cuando sienta ira. Se trata de que una vez que lo acompañes y le demuestres empatía ante su frustración, ira o tristeza por ejemplo, le orientes para que sepa cómo puede expresarse sin dañarse así mismo o a otros.
Así pues, ante la tristeza del niño porque su padre debe salir de casa sin poder llevarlo, no debemos simplemente querer callar su llanto por medio de un mandato. Más bien se le abraza, reconforma y luego se le explica que aun cuando comprendemos su tristeza, papá volverá a determinada hora y todo estará bien.
Es decir, está bien que el niño llore para expresar su tristeza, no está bien que se golpee debido a su frustración. Entonces evitamos esto último y permitimos lo primero en unas condiciones acordes para ello.
Lo mismo sucederá con la ira, permitimos que golpee un balón, pero no que muerda a su hermano. Y así con el resto de situaciones. De esta manera se evitarán daños emocionales importantes.
Las heridas en los niños que pueden repercutir en adultos insanos, en definitiva pueden evitarse. Solo debes estar atento a buscar la guía y orientación pertinente. Hay herramientas como; la sanación de las 5 heridas lise bourbeau pdf gratis que pueden serte muy útiles y también puedes recurrir por supuesto, al coaching emocional para trabajar en cómo ser un padre efectivo desde la paternidad respetuosa y amorosa.