Los traumas infantiles más comunes

Los traumas infantiles más comunes

Durante la infancia, somos seres frágiles que necesitamos estar protegidos para que se cuiden nuestros derechos. Siendo nuestros padres o adultos cuidadores, los responsables de nuestro bienestar. Pero esto es algo complejo, las familias no siempre están bien estructuradas, no siempre son funcionales. Al igual que, no siempre brindan el apoyo y seguridad que los niños requieren para no tener traumas infantiles y crecer como adultos sanos.

La dura realidad es que muchos hogares experimentan un sinfín de situaciones negativas que perjudican a los niños de diferentes maneras. Esto produce heridas emocionales que en ocasiones son muy difíciles de sanar. Llevando al niño más adelante en su etapa adulta a necesitar de terapia psicológica o psiquiátrica. A fin de poder vencer deferentes tipos de traumas.

En otros casos, en que los traumas infantiles tienen repercusiones psicológicas más leves, pero que igual dejan huellas en los diferentes aspectos de un individuo, es común el uso de técnicas de desarrollo personal para sanar al niño interior y poder avanzar hacia una adultez donde se gestionen adecuadamente las emociones y se sostengan relaciones afectivas equilibradas.

¿Cuáles son los traumas infantiles más comunes?

Antes que nada debemos tener muy claro a qué alude el término trauma, porque suele utilizarse erróneamente hoy en día. Un trauma es un episodio que genera un alto nivel de estrés, impresión o angustia emocional en un individuo. Al punto de marcarlo de manera negativa, dejando en su subconsciente una especie de herida, marca o huella muy difícil de sanar.

En tal sentido, no solo el abuso físico o sexual, generan traumas infantiles, aunque generalmente estos ssean los que más se comentan. De hecho, hay otros traumas infantiles más frecuentes que, muchas vece son subestimadas. Pero que repercuten en las personas cuando ya se encuentran en su vida adulta de una manera bastante negativa, impidiéndole conectarse sanamente con su entorno. Ejemplo de esto tenemos;

  1. El acoso escolar, que puede traer como consecuencia algunas de las heridas de la infancia más conocidas, como son; el rechazo, la humillación, la injusticia.
  2. Divorcio de los padres. Cuando la ruptura o separación de una pareja no se hace de manera adecuada y se involucra al niño en situaciones estresantes propias de los adultos, esto puede generar algunos de los tipos de trauma infantil.
  3. Duelo o pérdida de un ser querido. La pérdida repentina de un afecto importante para un niño también puede generar trauma, ocasionando por ejemplo, la herida del abandono. Cabe destacar que, esta misma pueden ser originada por otros hechos también traumáticos. Como vivir en una familia desestructurada donde el infante no recibe la protección y el cuidado necesario. Y se le deja muchas veces de forma negligente, a su suerte.
  4. Un abuso o maltrato psicológico y verbal, también puede originar episodios traumáticos que ameriten a la larga, sanar heridas emocionales como la injusticia, la humillación, el rechazo.

Transforma las heridas de tu infancia

Es importante destacar que, hay una gran cantidad de traumas infantiles que ameritan de terapia psicológica o psiquiátrica, dependiendo de la repercusión de estos y el daño que han hecho en la persona. Cada caso es muy particular y será un experto quien determine el tipo de terapia a recibir.

Por otro lado, el trabajar asiduamente en nuestra personalidad para mejorar nuestra conexión con el entorno y comunicación con otros, es algo que podemos hacer desde el coach emocional por ejemplo, con el fin de que podamos conseguir gestionar nuestras emociones y transformar lo que nos hacía daño en otro tipo de sentimientos más positivos.

Para transformar las heridas de tu infancia en emociones positivas debes antes que nada trabajar en un proceso reflexivo que te permita identificar cuál es tu herida. ¿Qué o quienes la produjeron?aceptarla, vivir tu proceso de rabia o enfado. Luego perdonar y perdonarte para entonces, a partir de allí, construir una personalidad más equilibrada. En donde no seas esclavo de tus emociones sino que las controles con mayor serenidad, para sentirte mejor y poder transformar tu perspectiva de vida.

“Es más fácil construir niños fuertes que reparar hombres rotos”/ Foto vía: Pixabay

 Por una infancia sin dolor

Hemos hablado de que muchos adultos de hoy deben hacer un esfuerzo personal para sanar sus traumas y heridas emocionales. Esto con el fin de poder ser personas felices, funcionales, estables, con relaciones más sanas. Sin embargo, el principal objetivo debería ser que como padres, podamos evitar causar en los niños dichas heridas emocionales.

Para ello, lo ideal es documentarnos en las técnicas y estrategias para llevar a cabo una paternidad efectiva. Dentro de un modelo de crianza respetuoso y afectivo. Es decir, brindarle al niño un ambiente familiar seguro, donde sus necesidades sean atendidas pero también se le pongan límites claros y justos. Hoy en día, el coaching también abarca este aspecto.

Por lo tanto, si como padre o madre, deseas sanar tus heridas pero a su vez, no infringir estas heridas emocionales a tus pequeños, debes trabajar en un entorno familiar saludable. Investigar cómo abordar las distintas etapas por las que atraviesan tus hijos. Tomarte el tiempo para guiarles y educarles desde el amor y el respeto, es indispensable para lograr lo anterior.

Ten presente la célebre frase del escritor estadounidense Frederick Douglas, “Es más fácil construir niños fuertes que reparar hombres rotos”.

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